(SPA) 5 Historias Secretas de Aberdeen: El Alma Flotante de Hong Kong que Pocos Turistas Descubren
Aberdeen es mucho más que un pintoresco puerto pesquero. Es una metáfora de la propia evolución de Hong Kong: una historia de lucha por la identidad, de adaptación ingeniosa, de leyendas violentas y de conflictos modernos entre tradición y capital.
Cuento para escuchar
La imagen de Hong Kong es vertical: un bosque de acero y cristal que araña el cielo. Pero en la costa sur de la isla, el pulso de la ciudad cambia. Aquí, donde el aire sabe a sal y el tiempo se mide por el ritmo de las mareas, se esconde un alma flotante que guarda los secretos de la ciudad. Aberdeen y Ap Lei Chau, dos comunidades separadas apenas por un estrecho de agua, forman el puerto pesquero más importante de Hong Kong. Entre el vaivén de los barcos se encuentran historias profundas sobre identidad, comunidad y la incesante transformación de una de las metrópolis más dinámicas del mundo. Acompáñanos a descubrir los cinco secretos que la mayoría de los turistas nunca llegan a conocer.
La Lenta Conquista de la Orilla: De "Paria" a Ciudadano
La historia de Aberdeen es, ante todo, una lucha por la igualdad. Durante siglos, sus habitantes originales, el pueblo Tanka (蜑民), vivieron como una "casta despreciada" (賤民戶籍) bajo la dinastía Qing. Se les prohibía vivir en tierra, casarse con gente de la orilla y recibir una educación formal, condenándolos a una existencia marginada en el agua.
Un momento decisivo llegó en 1729, cuando el Emperador Yongzheng emitió un decreto que, en teoría, cambiaba todo. Este edicto les otorgó estatus legal como "buenos ciudadanos" (良民), un acto revolucionario para la época.
"Los hogares Tanka son fundamentalmente buenos ciudadanos, no hay razón para despreciarlos o rechazarlos... deben pagar el impuesto sobre el pescado y ser tratados como uno más junto a los ciudadanos comunes".
Sin embargo, entre la ley y la realidad se abrió un abismo de más de dos siglos. El decreto tenía una trampa: los Tanka solo podían "desembarcar" si podían permitirse construir una casa. Para una comunidad empobrecida, esta barrera económica significó que su nuevo estatus legal era una libertad que no podían permitirse.
El verdadero catalizador del cambio no fue la benevolencia, sino la tragedia. Tras la Segunda Guerra Mundial, una serie de incendios devastadores, como el gran incendio de los barcos de Yung Shue Au (涌尾艇戶大火), dejaron a miles de familias sin hogar y obligaron al gobierno a actuar. Fue un "desembarco pasivo" (被動的上岸), impulsado por la crisis y la modernización urbana, no por la elección.
La joya oculta: El verdadero final de esta lucha no es un monumento de bronce, sino un complejo de edificios de hormigón. El Yue Kwong Chuen (漁光邨) fue uno de los primeros complejos de viviendas públicas construidos para reubicar a los pescadores. Visitarlo es ser testigo del momento exacto en que una comunidad pasó del agua a la tierra, un monumento viviente a una conquista social que tardó más de 200 años en completarse.

La Ciudad Flotante: Un Ecosistema Social sobre el Agua
Antes de que las viviendas públicas cambiaran el paisaje, el refugio de tifones de Aberdeen era una bulliciosa "ciudad flotante", un microcosmos tan complejo como la famosa pintura china "El festival Qingming junto al río". Era un frenético ballet de embarcaciones donde miles de personas nacían, vivían y morían en un ecosistema social completamente autosuficiente, sin apenas tocar tierra firme.
Esta ciudad estaba formada por una flota de barcos especializados, cada uno con una función vital:
- Sampanes (住家艇): Simples barcos que servían como hogares flotantes para las familias.
- Barcos-tienda (雜貨艇): Supermercados flotantes que vendían de todo, desde arroz hasta productos de primera necesidad.
- Barcos-restaurante (粉艇): Cocinas móviles que servían comidas calientes, el origen de la gastronomía local.
- Barcos de歌塘 (歌塘船): Embarcaciones para banquetes y celebraciones, que mantenían vivo el tejido social.
- Incluso había barcos de helados (雪糕艇) que navegaban entre los sampanes para deleite de los niños.
Entre todos ellos destacaban los "Shai Ga boats" (曬家船), grandes barcazas sin motor ancladas permanentemente. Estas no solo eran viviendas, sino también fábricas flotantes donde se secaba pescado y calamar. De aquí salía el famoso "calamar seco de Kowloon" (九龍吊片), un manjar que representaba la próspera industria de procesamiento de pescado de la época.
Las joyas ocultas: Aunque la ciudad flotante ha desaparecido, sus ecos perduran. Hoy, los turistas todavía pueden saborear los fideos en barco (艇仔粉), el último vestigio culinario de aquellos restaurantes flotantes. Pero el tesoro más raro es un único barco Shai Ga que todavía se utiliza para secar pescado. Encontrar esta embarcación es como descubrir un fósil viviente, un pedazo de patrimonio cultural que se niega a desaparecer y que conecta el presente con el alma trabajadora del viejo Aberdeen.

Piratas y Perfumes: El Origen Legendario de Hong Kong
El propio nombre de Hong Kong, que significa "Puerto Fragante" (香江), tiene sus raíces aquí. La leyenda cuenta que el nombre proviene de un arroyo de agua dulce que desembocaba en la Bahía de la Cascada (瀑布灣), al oeste de Aberdeen. En la era de los barcos de vela, el agua dulce era un recurso tan valioso como el oro, y este arroyo convirtió la zona en un punto de reabastecimiento crucial en las antiguas rutas comerciales, posiblemente vinculadas al comercio de incienso de los Nuevos Territorios.
Pero esta imagen idílica y "fragante" tiene un lado oscuro. A principios del siglo XIX, estas mismas aguas protegidas y sus innumerables calas eran el escondite perfecto para uno de los piratas más temidos del Mar de China Meridional: Cheung Po Tsai (張保仔). Su bandera roja era sinónimo de terror, y usaba esta zona como base para sus incursiones, aprovechando la débil autoridad del gobierno Qing.
Esta tensión entre el comercio legítimo (la "fragancia" de los recursos) y el oportunismo ilícito (los piratas explotando la débil gobernanza) no es una mera anécdota; es el ADN fundacional de Hong Kong. Es el germen de una ciudad definida para siempre por la interacción entre el orden y el caos, la empresa y el riesgo.
Las joyas ocultas: Los viajeros pueden conectar directamente con este doble legado. Una visita a la Bahía de la Cascada (瀑布灣) te lleva al lugar que probablemente dio nombre a toda la ciudad. Y para los más aventureros, explorar las cuevas marinas en la costa de Ap Lei Chau permite seguir los pasos de la leyenda, ya que la tradición popular las señala como los lugares donde Cheung Po Tsai escondía sus tesoros.

El Guardián de los Mares Cercanos: La Fe Especializada del Pescador
La vida en el mar es precaria y depende de fuerzas incontrolables. Para gestionar el riesgo, los pescadores de Aberdeen desarrollaron un sistema de creencias muy especializado. Mientras que en muchos lugares de la costa china se venera a Mazu (Tin Hau) como la principal diosa del mar, aquí el protagonismo lo comparte con Hung Shing.
Hung Shing no era un dios mitológico, sino un funcionario de la dinastía Tang llamado Hung Hei, famoso por sus conocimientos de meteorología y geografía, que usaba para ayudar a pescadores y comerciantes. Esta base histórica dio lugar a una fascinante "división de tareas" divina:
- Mazu (Tin Hau): Es la protectora de la "navegación de larga distancia" y los viajes en alta mar.
- Hung Shing: Es el guardián de los "mares cercanos" y el tiempo. Controla las tormentas costeras y las condiciones meteorológicas locales, la mayor preocupación diaria de los pescadores.
Esta especialización divina no es un capricho mitológico, sino una forma de pragmatismo espiritual, una auténtica "gestión de riesgos teológica" adaptada a su entorno. Su supervivencia estaba ligada al clima local, no a largos viajes oceánicos. Antiguamente, también le rezaban para pedir hijos varones, una necesidad en una industria que requería mucha mano de obra, aunque esta tradición ya casi ha desaparecido.
Las joyas ocultas: Para conectar con esta profunda historia espiritual, la visita al histórico Templo de Hung Shing en Ap Lei Chau es imprescindible. Pero la experiencia más inmersiva es asistir al Festival de Hung Shing (洪聖誕祭典), que se celebra cada año el decimotercer día del segundo mes lunar. Es una oportunidad única para presenciar la fe y la cultura de la comunidad pesquera en su máxima expresión.

Yates y Acero: La Modernización y sus Conflictos
Es fácil caer en la visión romántica de la pesca como una "industria en declive". La realidad es mucho más compleja. La pesca en Hong Kong no ha desaparecido; se ha transformado en una industria moderna y de alto capital. Hoy, junto a los barcos de madera tradicionales, en el puerto de Aberdeen atracan imponentes arrastreros con casco de acero (鐵殼雙拖漁船). Su aparición fue una respuesta directa a la prohibición de 2010 sobre la pesca de arrastre en aguas de Hong Kong, lo que obligó a la industria a invertir en buques capaces de faenar más lejos, con un coste de hasta 30 millones de dólares de Hong Kong por pareja.
Este paisaje industrial convive con otro símbolo de la modernidad: los yates de lujo. Un paseo por el refugio de tifones revela un microcosmos de la sociedad hongkonesa. Como lamentan los pescadores de la vieja generación: "ahora hay más yates que barcos de pesca". Esta yuxtaposición es más que una curiosidad visual; es un símbolo de la división de clases y la tensión por el uso del espacio, generando "fricciones" entre los estilos de vida de los propietarios de yates y la comunidad pesquera.
La joya oculta: El verdadero tesoro aquí no es un objeto, sino una observación social. La joya es el paisaje visual en el punto donde la zona de yates se encuentra con los amarres de los arrastreros de acero. Pero la reflexión más profunda se encuentra en los astilleros locales, que se enfrentan a una crisis de sucesión ("無人繼承"). Esto plantea la famosa paradoja de la "Nave de Teseo": si cada pieza de un barco se reemplaza con el tiempo, ¿sigue siendo el mismo barco? Lo mismo ocurre con Aberdeen: a medida que los viejos oficios, los barcos y la gente son reemplazados, ¿sigue su alma intacta?

Un Ancla en la Memoria
Estas cinco historias demuestran que Aberdeen es mucho más que un pintoresco puerto pesquero. Es una metáfora de la propia evolución de Hong Kong: una historia de lucha por la identidad, de adaptación ingeniosa, de leyendas violentas y de conflictos modernos entre tradición y capital.
Al explorar estos rincones ocultos, uno no puede evitar hacerse una pregunta. Cuando los yates superan en número a los barcos de pesca, ¿sigue siendo el alma de Aberdeen la misma? ¿Qué se gana y qué se pierde cuando un puerto pesquero se convierte en un paisaje para ser admirado? La respuesta, quizás, flota en el agua, esperando a ser descubierta.
Cuento para escuchar


